equilibrio piedritas 

 La Piedrita que me faltaba
 
Nos hablan de equilibrio emocional y en ocasiones, el solo pronunciar la palabra "emoción" ya nos genera palpitaciones. Vamos por la vida detrás de un norte, nos cargamos de obligaciones, nos abrimos paso a los codazos y mirarnos en el espejo y reconocernos puede ser una tarea de alto riesgo. Nos hablan de estar en equilibrio, como si eso fuera sencillo. Estar en conexión directa y en una sola línea: con lo que decimos, lo que pensamos y lo que hacemos. Y si, suena lindo, pero como se hace? hay un manual explicativo? Vamos a los tumbos y cuando la ansiedad nos invade, corremos a la heladera a abrazarnos al pote de dulce de leche, pero parece que eso está mal. Si no cuido mi cuerpo y mi salud, no estoy haciendo las cosas bien, eso me quieren hacer creer. Pero yo me pregunto, si mi vulnerabilidad se siente intimada y mi deseo enorme es el placer inmediato, para mitigar el dolor, estaría perfectamente alineada en pensamiento (recibir una mala noticia), en el decir (la puteada) y la acción (atacar el pote de dulce de leche). Si a ese malestar, le agrego la descalificación de los otros, cuando me dicen, "así no vas a ningún lado", "queres estar flaca pero matas la ansiedad comiendo", "lo único que ganas es sentirte peor" "así no solucionas nada" etc., etc., etc.  Ahí  es donde yo les agradezco y un pensamiento absolutamente nefasto se me cruza por la cabeza y siento  la imperiosa necesidad de meter a todos juntos en el mismísimo pote de dulce de leche.
Y la piedrita esta ahí, molestando dentro del zapato,  recordándome que tengo que andar erguida, y no reptando.  Diciéndome que la vida es hermosa y el oxígeno se hizo para respirar, que es una cuestión de actitud, que el mundo es de los valientes, que soy una desagradecida porque hay gente que...y yo,  me veo, como  ojitos de pez, mirando el anzuelo, a punto de ser pescado. 
Y la piedrita que faltaba, sigue faltando. Pero en algún lugar está, siempre hay alguna piedrita por ahí al costado del camino, diminuta, disfrazada de palabra o de abrazo, de reconocimiento y valoración. Hay piedritas que brillan,  algunas otras son ásperas y porosas, pero que rellenan perfectamente el hueco de mi estructura. Llegan en el momento justo y se acomodan, y como quien no quiere la cosa, se amoldan en el espacio y aparece el equilibrio que necesitamos. 
La búsqueda  es constante, continua, cambiante y silencios; nos obliga a estar atentos y presentes en el aquí y ahora, porque cuando nos descuidamos, todo empieza a tambalear, y entonces indefectiblemente tendremos que salir a buscar la piedrita que nos falta.
 
                                                                                                                              Sonia Rojas
                                                                                                                       Coaching y Astrología